En general, el intento de definir resulta siempre difícil. Esta afirmación es perfectamente aplicable, como es lógico, al caso de la Contabilidad. De ahí que vengan considerándose una serie de características formales a cumplir por la misma. Entre ellas podamos incluir las señaladas por el profesor Sacristán (1964), que se concretan en que debe contener el objeto material y formal de la ciencia que se define, que entre la expresión definida y la definidora debe haber algún tipo de equivalencia, y que lo definido no debe aparecer en la definición.
En la ciencia de la Contabilidad no resulta fácil concretar una definición en un determinado conocimiento científico, dado el largo recorrido histórico de la misma, por lo que necesariamente surgen diferentes definiciones correspondientes a las concepciones conceptuales imperantes en cada momento, pudiéndose comprobar que “en su mayoría responden al estado en que se hallaba la Contabilidad en la época en que se dieron, como a las diferentes tendencias conceptuales mantenidas por sus autores, en muchas ocasiones se limita la Contabilidad a la Teneduría de Libros, a la Técnica Contable o a lo sumo a una de sus ramas” (REQUENA, 1986).
Si realizamos el referido recorrido histórico de la Contabilidad encontramos, en primer lugar, definiciones que sitúan a nuestra disciplina en una línea donde prevalece el carácter patrimonialista de la misma, quizás derivadas del programa de investigación denominado legalista o jurídico preponderante en tal época. Prueba de ello lo constituyen las definiciones tales como la de Besta (1909) para quien la Contabilidad “estudia y anuncia las leyes del control económico de las haciendas de toda clase, fijando las normas oportunas para que dicho control pueda resultar verdaderamente eficaz, persuasivo y completo”; o la propuesta, con posterioridad, por Massi (1962) que la considera como la ciencia cuyo fin es “el gobierno económico del patrimonio y su objeto es el análisis cualitativo y cuantitativo del mismo, tanto en su aspecto estático como en el dinámico; y la exposición del estado patrimonial no es más que una parte instrumental de la contabilidad y, por tanto, está al servicio de dicha ciencia”.
De entre la doctrina española, en lo que afecta a la línea patrimonialista, cabe señalar la propuesta de Rodríguez Pita (1956) que le lleva a definir a la ciencia de la Contabilidad como “la que estudia leyes del equilibrio patrimonial producido por los actos administrativos”.
Igualmente, aparece formulada por Lluch Capdevilla (1951), entendiendo que es la “ciencia que deduce de la Teoría Económica y Jurídica el conjunto de principios que deben regular el requisito ordenado de las operaciones económicas ejecutadas en un patrimonio hacendal a fin de conocer, orientar y criticar una actuación económico-administrativa”.
Asimismo, las del profesor Pifarré Riera (1974), en el sentido de “ciencia económica empírica formada por un conjunto de postulados, proposiciones y leyes, que tienen por objeto la captación, representación y medida del patrimonio, y es de uso para el conocimiento económico y para la política económica” o de “ciencia económica que se constituye por un conjunto sistemático de proposiciones, axiomas, postulados, leyes, normas y reglas cuyo fin es la captación, representación y medida del patrimonio y de sus variaciones para el conocimiento de las magnitudes económicas y la orientación de la política económica de las distintas unidades económicas” (PIFARRÉ RIERA, 1958).
Para el profesor Rivero Romero (1995a) es la medición adecuada y consiguiente representación de las variaciones patrimoniales, y siguiendo a Massi, señala, que el núcleo del sistema en la ciencia contable está constituido por los fenómenos patrimoniales (RIVERO ROMERO, 1968), que son el objeto inalterable y, en su opinión, por tanto, el progreso de la ciencia contable se deriva de la profundización en el conocimiento de su objeto. Delimita la Contabilidad, frente a Massi, a la medición adecuada y consiguiente representación de las variaciones patrimoniales, entendiendo que aquí finaliza la actuación de nuestra disciplina (ÁLVAREZ Y SÁEZ, 1976).
Vela Pastor (ÁLVAREZ, 1978a), en este mismo sentido, define la Contabilidad como aquella “ciencia que tiene por objeto la captación y representación en términos cualitativos y cuantitativos, mediante un ordenado conjunto de proposiciones, de la realidad económico-patrimonial que se da en una unidad económica en el transcurso del tiempo, con el fin de obtener el conocimiento necesario para orientar su gestión económica”.
La idea de la Contabilidad como base para la toma de decisiones, dado su carácter principal como fuente de información, es resaltado por otro grupo de definiciones (1).
En este sentido, la Contabilidad se convierte, según el profesor Casanovas Parella (1976), no sólo en el sistema básico de medición, sino también en el sistema básico de información empresarial.
El profesor Schneider (1960) parece ser uno de los primeros propulsores de esta línea, afirmando, al respecto, que “el término Contabilidad se refiere conjuntamente a las anotaciones y cálculos que se hacen en una empresa con el fin de:
a) ofrecer un cuadro numérico de los hechos reales, y
b) disponer de una base numérica que sirva de orientación a la gerencia”.
El profesor Rodríguez Robles (1975), opina que la Contabilidad no es sólo “un instrumento al servicio de la dirección del ente privado o público, sino también un medio para la rendición de cuentas, para el conocimiento en último término desde el exterior de la situación de la empresa, de forma tal que se convierte en una fuente de información absolutamente necesaria para la toma de decisiones y como instrumento de control para comprobar la forma en que dichas decisiones son ejecutadas”.
Según el American Institute of Certified Public Accountants (GRADY, 1965)
-y en la misma línea que las anteriores -la Contabilidad es “el conjunto de conocimientos y funciones referentes a la sistemática iniciación, la comprobación de autenticidad, el registro, la clasificación, el procesamiento, el resumen, el análisis, la interpretación y el suministro de información confiable y significativa, relativa a las transacciones y a los acontecimientos que son, al menos en parte, de índole financiera, requeridos para la administración y la operación de una empresa y para la presentación de informes que deben rendirse para cumplir con las responsabilidades derivadas de mandatos encomendados y de índole diversa”.
A su vez, la American Accounting Association (1966) considera a la Contabilidad como “el proceso de identificación, medida y comunicación de la información económica que permite obtener juicios y decisiones para los usuarios de la información”. En relación con esta última asociación parece oportuno señalar que los objetivos de la Contabilidad son (AMERICAN ACCOUNTING ASSOCIATION, 1966) los de “proveer información para los siguientes propósitos:
1.- Tomar decisiones concernientes al uso de recursos limitados, incluyendo la identificación de las áreas cruciales, así como la determinación de objetivos y metas.
2.- Dirigir y controlar eficazmente los recursos humanos de una organización.
3.- Mantener e informar acerca de la custodia de los recursos.
4.- Facilitar funciones y controles sociales”.
El American Institute of Certified Public Accountants (AICPA, 1979), igualmente, en su Stament of Accounting principles nº 4 contiene una definición de contabilidad que resalta su aspecto comunicacional:
“Es una actividad de servicio, cuya función es proveer información cuantitativo principalmente, de naturaleza financiera, acerca de las entidades económicas, con el propósito de que sea útil para la toma de decisiones económicas”.
Las definiciones propuestas por el profesor Álvarez Melcón y Mallo Rodríguez, se encuentran en la misma línea. Así el primero, considera que es “la ciencia económica que estudia la identificación, medición y comunicación, mediante métodos apropiados, de la información económica y social, al objeto de orientar las decisiones de los usuarios de esta información” (ÁLVAREZ, 1978a); mientras que el segundo estima que es la “ciencia general aplicable a todos los sujetos económicos, cuya finalidad se centra en la elaboración de información mediante una metodología propia y adecuada que facilite la predicción y, en consecuencia, la toma de decisiones tendente a la consecución de los objetivos establecidos” (MALLO, 1975).
Por otra parte, existen otras concepciones de nuestra disciplina que inciden de forma integral en el conjunto de funciones y fines que afectan a la misma. En este sentido, podemos recoger la del profesor Requena (1975), autor que conceptúa a la Contabilidad como la “ciencia empírica que con respecto a una unidad económica, nos permite en todo momento el conocimiento cualitativo y cuantitativo de su realidad económica, con el fin genérico de poner de relieve la situación de dicha unidad y su evolución en el tiempo”.
El profesor Cañibano (1973), por su parte, opina que es la “ciencia de naturaleza económica, cuyo objeto es el conocimiento pasado, presente y futuro de la realidad económica en términos cuantitativos a todos sus niveles organizativos, mediante métodos específicos apoyados en bases suficientemente contrastadas a fin de elaborar una información que cubra las necesidades financieras externas y las de planificación y control internas”.
El profesor Gonzalo Angulo (1983), en la misma línea que los anteriores, considera la Contabilidad como una “ciencia empírica, de naturaleza económica, cuyo objeto es la descripción y predicción, cualitativa y cuantitativa, del estado y la evolución económica de una unidad específica, realizada a través de métodos propios de captación, medida, valoración, representación e interpretación, con el fin de poder comunicar a los usuarios una información objetiva, relevante y válida para la toma de decisiones”.
Igualmente, el profesor Calafell (1969) señala que es la “ciencia de naturaleza económica, cuyo objeto de estudio (objeto material), lo constituye la variada realidad económica no como realidad en sí, sino en su aspecto de conocimiento, tanto cualitativo como cuantitativo (objeto formal), mediante métodos apropiados, con el fin general de poner de relieve dicha realidad de la manera más exacta posible y de forma que nos muestre cuantos aspectos de la misma interesen”.
Además de lo anterior, creemos oportuno dejar constancia de otras definiciones de nuestra ciencia. En este sentido, son de significar las formuladas por los profesores:
García García (1980), quien sin una definición expresa, al ocuparse del sistema informativo contable, lo considera como pieza de un sistema de regulación y control, afirmando que “es un canal de información en `feed-back` instrumentado con un proceso contable de datos, cualquiera que sea la naturaleza del sistema circulatorio controlado”.
Lassague (1972), que refiriéndose al ya mencionado aspecto informativo, considera que la “Contabilidad es la captación, tratamiento e interpretación de las informaciones que interesan a la gestión de la empresa, o de una manera más general, de una organización cualquiera”.